lunes, 29 de junio de 2015

Capítulo 8. Los amantes de Anabel.



El otro día me preguntó el Vasco qué con cuantos tíos me había acostado en el Badoo, como intentándome ofender o algo así… yo le pregunté que con cuántas se había acostado él a lo largo de su vida, “con más que tú, pero por edad” (él tiene 38) le insistí y sacó como unas veinte… y yo “ajam… pues más o menos igual... lo que pasa es que tú ha sido en veinte años y yo en año y medio… pero el total es más o menos” blanco se quedó... jajaja.

La verdad es que no llevo la cuenta exacta… al principio sí que me lo apuntaba mentalmente… a ver, voy a intentarlo:

·        El padre adultero. Mi primera vez y fue para coronarme. No es que tuviese pareja, que me lo olía, es que tenía un niño (me enteré al subirme al asiento trasero del coche, por la sillita) y otro de camino… De eso me enteré por su mujer al día siguiente, porque además de adultero era gilipollas. Se quedó dormido con el Badoo abierto y con una conversación mía subidita de tono… Casi me muero, pero eso es otra historia.

·        El Comecoños. Qué indignado se quedó porque no llegué al orgasmo mientras estaba ahí buceando… y es que pobre, en su defensa diré que me pilló en plena “re exploración de mi cuerpo”.

·        Antoñito. A éste le dediqué el Capítulo 4… Fue el que me desvirgó el culo, entre otras cosas… ufff.

·        Militar nº 1, nº 2, nº 3… Policía nº 1, nº 2, nº 3… Creo que más de la mitad de las Fuerzas del Estado están en el Badoo, y de ellas al menos el 80% tienen pareja (cuidadín esas novias) Ya hablaré sobre ellos porque “telita”.

·        Nachete. Ay “mi” Nachete… Buscar el post de Nachete… A las mentes más calenturientas creo que les gustará.

·        El Vecinito. Otro que se merece un post para él solito… Será una historia agridulce, voy avisando.

·        El Pesado de Arganda. No paró hasta que me mal folló en su coche, y luego el “notas” quería repetir… Yo  no caigo dos veces en esa piedra, malgastaste tu oportunidad.

·        El Pastelero. Con lo cachonda que me ponía por teléfono, lo bien que me comió el coño, y cuando sacó esa churrilla… “Que sí, que yo tendré el coño muy grande, pero es que tú tienes la polla muy pequeña…” 

·        El Enamorado. Este es el del dicho “prometo prometo hasta que te la meto y una vez metido, nada de lo prometido” ¿os suena? Pues sí, yo también caí, y dos veces además porque “dame otra oportunidad, que he cambiado”. Momentos de debilidad tenemos todos, y este era un osito achuchable… y más listo que el hambre.

·        El Christian Grey… de palo. La primera y única (y espero que última) vez que he rechazado un polvo. Prometía mucho. Quería llevarme a sitios oscuros… Me quería hacer cosas que me intrigaban y excitaban bastante… Incluso me pidió que no llevara pantis para que más adelante pudiera quitarme las bragas… ¿Qué pasó? Que las citas a ciegas no suelen salir bien ¡Nunca quedéis con nadie sin verlo en foto antes!

·        “Mami que será lo que tiene el Negro…” ¿Os lo digo? Porque MADRE MÍA… No he gastado tanto lubricante en mi vida… y no pongáis los ojos en blanco, que no era para mi culo (¿ESTAMOS LOCOS?) Fueron dos polvos ¿vale? Pero mi entrepierna no es la misma desde entonces… Era grande incluso hasta para mí. No es ningún mito lo que dicen de ellos… Ya os lo contaré exhaustivamente. No apto para mentes sensibles.

·        El Summer Lover. Un granadino que conocí donde veraneé con mi “tete”. “Qué bonita es Calpe”. Creo que volví más blanca de lo que me fui… pareció que nos habíamos ido de turismo sexual jajaja. Me hice un “último tango en parís” con él. Yo no sabía que se pudieran hacer tantas posturas sexuales ni tener tantos orgasmos seguidos hasta ese verano. Para mí también fue un reto, porque no le gustaba que bajasen al pilón, le daba “cosica”, no lo disfrutaba…. Al final de mis vacaciones cambió radicalmente de forma de pensar... Soy la puta ama de las mamadas ¿vale?

·        El Carnicero Infiel. Que con su mujer “no folla”. Pues o es muy tonta tu mujer o es que la has destrozado viva y se tiene que "reconstruir". Porque madre mía, cada vez que viene me deja con las piernas temblando dos días. Ni gimnasios ni hostias, con éste en 30 minutos es como correr una media maratón… Eso sí, bebed antes mucha agua porque hay peligro de deshidratación.

·        Julito. Compi de piso. Tengo que reconocer que tiene su morbo follarte a tu compañero de piso. Hacer como si tal cosa delante de la tercera compi para empezar con las insinuaciones y acabar follando en el sofá... Pero no lo volvería a hacer, cuando se tuercen un poco las cosas se enrarece mucho el ambiente donde convives. Eso sí, con él el cibersexo es brutal.

·        El Ingeniero Opositor. A éste le gustaba poner el culo en pompa mientras se la chupaba a ver “si colaba” (le nombro en el capítulo 6) Otra polla culera y otro que no me duraba ni medio asalto.

·        El Gallego. El embaucador por excelencia. Como me hizo el lío para un polvo de mierda…

·        El Conejero. Como me la coló… nunca mejor dicho jajaja. Éste era del grupo de “los  sobraos”… y es que perro ladrador… jajaja. Hoy justamente me ha escrito otra vez por el Badoo, yo ni me acordaba de él… hasta que me lo ha recordado y he dicho mismooooo “Sigue buscando, chaval”… Por el nombre ya sabréis como le gustaba follar, ¿verdad? 

·        Alfonso… Mi único intento real de relación sentimental… y fallido. La primera toma sexual fue un desastre pero luego “progresó adecuadamente”. Realmente un pro del sexo oral, el cabrón tenía la clave, sabía dónde y cómo tocar. Lástima que para lo demás resultó ser un gilipollas… “Virgencita, que me quede como esté”.

·        El Vasco. Yo creo que el tío más raro con el que me he acostado, tanto como persona como en el sexo… Seguiremos informando.
 
Por ahí tiene que ver alguno más, aunque no dignos de mención. También estoy contando a los compañeros de cama, el cibersexo es otra lista que me resultaría imposible de enumerar (¿suena muy de guarrilla? Jajaja) Y también cuento amantes, no polvos. Con muchos repetí e incluso con alguno practiqué un período de monogamia, no por compromiso, si no porque “andaba cubierta”… Lo que veo es que no está mal ¿no? Jajajajajaja.

viernes, 12 de junio de 2015

Nachete vs Anabel. Sumisión consentida.



Soy una chica con mucho carácter, es más, al principio acojono bastante. Además, soy de las típicas personas que prefiere hacer algo ella misma en vez de delegar, suelo estar en todos los “fregaos” para tener las cosas controladas. Pero tengo que admitir que, con todo lo mandona que puedo llegar a ser,  me excita bastante que me quiten el poder en el ámbito sexual. Sí, me gusta que el tío en la cama me imponga su voluntad, y si es a la fuerza… mejor.

No todos los chicos con los que he estado han sabido hacerlo. Con algunos en alguna conversación se lo he dejado caer pero, tras la excitación previa de sentirse machos alfa han demostrado no dar la talla, teniéndome que poner, una vez más, yo al mando. Ojo, tampoco me quejo, pero me gusta cambiar para variar.

El que sí dio siempre cumplió con mis expectativas fue Nachete, un divorciado de 34 años, algo más bajito que yo (cosa no difícil, yo mido 1’78) y delgadillo, pero todo fibra. Esa “poquita cosa” de primeras hacía y deshacía a su antojo conmigo. No he tenido sexo más brutal que con él, la química sexual entre los dos era impresionante. Sólo el saber que estaba de camino me hacía ruborizarme y excitarme como una auténtica perra en celo y cuando lo hacíamos era como dos trenes de direcciones opuestas que chocan, arrasando todo a su paso. No he conectado tanto sexualmente en mi vida como con él. Hasta pensé en volverme otra vez monógama, pero eso es otra historia más complicada de contar y tampoco viene al caso que nos concierne.
“Nena, voy para ya”. Con esa frase  yo ya corría a preparlo todo para que estuviera perfectamente listo cuando llegara. Él se escapaba de ese trabajo agotador suyo que le absorbía la vida, venía con su mono de trabajo, y empezaba el primer ritual. Yo le abría la puerta escondiéndome detrás para que no viera hasta cerrarla el conjuntito o disfraz que le esperaba. Él me miraba de arriba abajo con esos ojos azules y esa expresión de enfado. Me observaba atentamente mientras se quitaba las botas del trabajo “para no manchar” y me besaba bruscamente mordiéndome el labio. Desde ese preciso instante ya era suya, y como no tenía mucho tiempo siempre íbamos directamente al grano. 

El segundo ritual, hacer que me corriera en su boca. Ya podía ser en la encimera de la cocina, en el sofá o directamente en el suelo del hall. Nadie me ha comido el coño como me lo comía Nachete. Y es que casi lo comía de manera literal. Sin miramientos, totalmente primitivo. Metía la lengua por todas partes, lo mordía, lo succionaba… yo le cogía fuerte del pelo, incluso tiraba de él porque el placer rozaba el dolor… él me miraba con esos ojos azules, frunciendo el ceño, comunicando que ahí mandaba él y yo… me corría viva. 

El tercer ritual: la lucha de poder. Besos con agresividad, agarrones de pelo hasta llegar a la cama… y el forcejeo, que siempre ganaba él aunque yo le superase en tamaño. Y regresaba al segundo ritual, esta vez totalmente inmovilizada hasta que conseguía otra vez su objetivo. Nunca cambiaba su expresión, siempre me miraba con esa cara agresiva, esa que hacía estremecerme y doblegarme a su voluntad.

Ha sido mi único amante que era consciente, porque yo misma se lo hacía saber, que no era mi único amante. En nuestras conversaciones diarias le hacía el parte de quién había estado en mis bragas o quién iba a estar. Quería detalles escabrosos y yo aprovechaba exagerando un poco la virilidad de sus competidores. Le jodía saberlo, pero no paraba de preguntar… Así que cuando estábamos en la cama comenzaba su cuarto ritual: el castigo sexual. Entre más forcejeos y batallas ganadas por él me hacía “arrepentirme de mis pecados”, me obligaba a confesar que realmente los otros no daban la talla como lo hacía él, que ellos no me daban el placer oral que me daba él, que ellos no me follaban como me follaba él y que no me hacían correrme como me corría con él. Y es que era la pura verdad. Cuando se sentía satisfecho de mi confesión me hacía tal embestida que me extremececía por todos los poros de mi piel, sólo notando como entraba dentro de mí hasta lo más profundo de mis ser. Y él se quedaba ahí, con la intensidad del empujón mientras yo explotaba otra vez. 

Cuando yo notaba un ápice de flaqueza aprovechaba para meterme esa polla que sabía manejar tan bien en mi boca, sedienta de venganza, ahora era yo la que le iba a volver loca a él. Aún así,no me dejaba que la cogiera con las manos, sólo con la boca, incluso me amenazaba cuando lo hacía… Si venía especialmente cansado, yo aprovechaba para ponerme encima suya y follarle, agarrándole de la cabeza, sin desviar nuestras miradas en ningún momento, encarándonos como dos lobos alfa de distintas manadas, sacando dientes, para demostrar quién era más poderoso que quién. Nachete era muy listo, él aprovechaba para reponer fuerzas y cuando me quería dar cuenta volvía a estar encima de mí, imponiéndose y ganando la batalla una vez más, haciendo que volviese a perder con un nuevo orgasmo. 

Victorioso, empezaba el último ritual: mi culo. Aprovechando esa polla suya, que entraba sola,  me penetraba con lujuria, azotándome y manejándome a su antojo, hasta que por fin, cedía de una vez con su eyaculación. Aunque hasta en eso era agresivo. Ponía una cara de dolor mientras explotaba, sabiendo que él había ganado muchas batallas pero al correrse por mí, perdía la guerra.

Ya tumbados en la cama, los dos exhaustos, el paisaje era totalmente distinto. Ahora empezaban las caricias, los besos dulces, las miradas sonrientes llenas de complicidad. Reponíamos fuerzas hablando de nuestras cosas como dos buenos amigos, la lucha había terminado. Nos vestíamos, íbamos al salón para seguir charlando mientras nos tomábamos una coca cola a medias y nos fumábamos un piti. Ese era el tiempo que aguantaba en mi casa, lo que tardara en terminarse el cigarro porque él sabía muy bien que si se iba corriendo me sentiría sucia, y aunque me tratase como una zorra en la cama me hacía sentirme como una princesa. “Nena, me vuelvo al trabajo”. Un beso, una despedida… y hasta la próxima guerra, "nene".

miércoles, 3 de junio de 2015

Capítulo 7. Las fantasías de Anabel





El sexo es de lo mejorcito que se ha inventado. Hay cientos de posturas y más por descubrir,  las limitaciones, al fin y al cabo, las pone cada uno…  Así que ¡usemos la imaginación señores! Con respeto y comunicación con la otra parte las posibilidades pueden ser infinitas… Aquí os dejo unos pequeños ejemplos de una mente algo sucia…

·        Juego de roles. Tipo la colegiala y el profesor, el jefe y la secretaría... Vestidos para la ocasión, por supuesto, y creando una historia. Aquí se hacen las cosas bien o no se hacen. Ya sé que no son roles igualitarios, pero ya he dicho en otras ocasiones que me pone muchísimo que el hombre coja el mando en estas cosas, que me imponga su voluntad. ¿Topicazo? ¿Y quién dice que lo clásico no funciona? Dejad a un lado la quema de sujetadores, poneros una minifalda y unas coletitas y dejar que “os enseñen la lección”.

·        Follar en sitios públicos. El hecho de que te puedan pillar… esa tensión de hacerlo bien pero rápido, sin poder gritar, tapando las bocas… uniendo tensión, placer, morbo… una buena combinación ¿no creéis?

·        Crear una situación. Dos desconocidos en un bar, una comida de negocios… Una fantasía que me encantaría cumplir es ir a un restaurante a cenar, si es posible caro, con un bonito vestido y con un conjunto interior sexy. Descalzarme un pie y juguetear con el paquete de mi acompañante sentado en frente, haciendo presión, frotando de arriba abajo… hasta notar su erección, todo esto mientras intenta pedir al camarero lo que vamos a cenar. Estaría prohibido hablar del tema, por supuesto, hay que hacer como que no pasa nada… Miradas desafiantes de “no hagas eso aquí” o “pórtate bien” por su parte, y miradas de “no puedo evitarlo… soy una zorra sin control” por la mía… Todo esto mientras hablamos del tiempo. En un momento determinado de la cena me levantaría, le susurraría a mi acompañante al oído “voy un momento al baño” mientras dejo caer en sus pantalones mis braguitas… Evidentemente, es una señal para que me siga con discreción al baño… y me folle sin moderación en él. Sin preámbulos ni tonterías, que meta la directa mientras me empotra contra la pared del baño o encima del lavabo, nos corramos como benditos y se vaya. Yo me acicalaría un poco y volvería a la mesa como si no hubiese pasado nada… ufff ¿alguien se apunta?

·        Una violación fingida. Es crear una situación para “los más guarretes”, grupo en el que por supuesto me incluyo… El nivel de “intensidad” se marca previamente según el nivel y sobre todo la confianza de la pareja. Tampoco hace falta sacar cuchillos o mordazas, aunque ahí cada cual… Pero vamos un simple que te sorprendan fregando los platos, por ejemplo (por el efecto sorpresa sobre todo) puede ser increíble...
Me pongo (y mucho) en situación: Yo, fregando los platos en pijama cortito, con mi coleta despelucha y mi musiquita de fondo… de pronto me agarran por detrás violentamente, devorándome el cuello, estrujando mis pechos con una mano firme mientras la otra se mete entre mis bragas, apretando para que note en mi culo una erección sucia y descomunal a partes iguales. Yo, después del subidón del momento, caigo que “estaba sola en casa” con lo que me asusto, pero mi  intruso se da cuenta rápido y tapa mi boca para silenciarme, dejando descuidado ese pezón que tenía agarrado, aunque lo compensa metiéndome hasta el fondo la mano que jugaba “ahí abajo”, convirtiendo mi proyecto de grito de auxilio en un aullido de placer. Él nota esa explosión de mis partes así que no se hace de rogar. Hace que mi cabeza toque la mesa de la cocina, inclinándome sobre ella, me baja el mini pantalón, hace lo propio con el suyo y me la clava sin dilación, hasta el fondo, una y otra vez, salvajemente mientras me agarra del pelo para moverme a su antojo para hacer que me corra por segunda vez, junto a él…

¿Algo más atrevido?  Llaman a la puerta y pensando que es tu compi de piso/vecina/madre/quien sea abres la puerta como si tal cosa, en toalla, porque te acabas de duchar… pero no, es él. El que te mira de manera lasciva en el trabajo/el vecino que hace cumplidos soeces/algún antiguo amante/quien os ponga más. Te dice algo ofensivo mientras intentas cerrar la puerta, pero él es más fuerte que tú. Forcejeáis hasta que consigue entrar. Cierra la puerta de un portazo mientras te agarra de la cintura violentamente, para que sepas que estás a su merced. Te arrastra hasta la habitación y te tira a la cama arrancándote la toalla y abalanzándose sobre ti. Tú forcejeas, cosa que le motiva más, incluso te deja que ganes “alguna batalla”, le resulta divertido, porque sabe que la guerra la va a ganar él. Consigue inmovilizarte, poniéndote las manos encima de la cabeza/atándote al cabecero con su camiseta y te empieza a comer entera, de arriba abajo: el cuello, los pechos… hasta llegar a ese coño con vida propia, que tienes ya súper lubricado porque sí, estás muy cachonda aunque no lo quieras reconocer… con lo que sólo con meter su boca en tu entrepierna explotas de placer. Él te mira con esa cara de cabrón, te da la vuelta y te la clava sin miramientos, totalmente encima tuya, notando su pecho en tu espalda mientras te vuelve a devorar el cuello. Tú ya estas totalmente sometida, así que coño, te dejas llevar como si no hubiera mañana…


Así podría tirarme horas y horas, pero me encantaría que algun@ valiente me dejara algún comentario sobre que le gustaría hacer o que le hicieran, yo cojo nota, nunca se sabe…